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11 jun 2008

En la piscina, con mi amiga y su novio

El día amaneció casi perfecto, una dulce brisa ponía la guinda a un día soleado.
Me apetecía salir y decidí llamar a una buena amiga.

Miriam y yo nos conocíamos desde hacía mucho tiempo, pero debido a que ella se fue a vivir a las afueras, apenas nos veíamos.
Cuando le propuse ir a la piscina, no dudó ni un momento en aceptar, me di una ducha me puse mi mejor traje de baño y me fui derecha a la piscina municipal.

Estaba esperándola en la puerta mientras me comía un helado, cuando un chico fornido, bastante alto y de tez morena se puso delante mio.
Lo miré por encima de las gafas de sol, era realmente alto, debía medir al menos metro noventa, espalda ancha, constitución fuerte, por los rasgos de su cara podía decirse que no era español, me gustó el color de su piel y sus ojos color café, tenía el pelo corto y ondulado.

Entonces detrás de ese hombre, sonó una voz muy familiar, era Miriam y estaba preciosa, ella es bajita, cuerpo delicado, su tez blanca se me hacia más llamativa al lado de aquel misterioso hombre, siempre me había gustado el cabello negro de ella.
No abrazamos y me presentó al chico extranjero, era su novio, se llamaba Jose Ramón y era de Méjico.

Tras las presentaciones los tres nos dirigimos a las instalaciones, escogimos un buen lugar para colocar nuestras toallas y nos tumbamos al sol.
Miriam me pidió que le echara protector solar.
Puse una pequeña cantidad en mi mano y la esparcí con cuidado, tenía que hacerlo con empeño ya que al tener la piel tan blanca se quemaba con facilidad, su espalda era perfecta, deslizé mis manos por sus hombros esparciendo la crema despacio, dibujando su figura, baje por su columna hasta su cintura, en ese momento me di cuenta de que Jose Ramón me miraba de una forma extraña, casi con deseo, lo extraño es que no me sentí incomoda. Me gustó pensar que el estaba disfrutando con el espectáculo.

Al cabo de un rato, los invité a bañarnos, y los tres nos metimos en el agua, estaba algo fría, Miriam y yo nos abrazamos para entrar un poco en calor y me susurró al oído que siempre le había gustado el tacto de mi cuerpo y que lo echaba de menos. Yo no sabía que decir, sentía lo mismo pero su novio estaba allí delante, mirándonos y simplemente guardé silencio y disfruté del momento.

Hasta que un niño saltó al lado nuestro y nos empapó a las dos, empezamos a reírnos.
Nos pusimos a jugar con una pelota uno de nosotros la lanzaba y los otros dos debían nadar lo más rápido posible para cogerla.
Jose Ramón obviamente tenia ventaja, era mucho más alto que nosotras pero aún así no me rendí cuando me tocó competir con el.
Miriam lanzó la pelota y eché a nadar con todas mis fuerzas, cuando ya casi tenía la pelota en mis manos, sentí como me rodeaban por la cintura y me inmovilizaban.
Era el, me había abrazado y no me dejaba moverme, en ese momento me di cuenta de que estaba excitado, lo notaba presionarme con fuerza el trasero.
No sabía que hacer, lo único que tenía claro es que sentirle de esa forma, me gustó mucho, su sexo erecto, sus brazos fuertes rodeandome, casi me desmayo.
Pero Miriam nos llamó, y el me soltó con delicadeza. Era la hora de comer.

Los invité a comer en casa, quería pasar algo más de tiempo con ellos y aceptaron.
Recogimos y nos fuimos a mi casa, durante el trayecto mis pensamientos se agolpaban, aquel abrazo con Miriam, Jose Ramón...
Me sentía atraída por ambos, pero era una situación complicada ella era mi amiga, y el era su pareja.
Una vez en casa, Miriam propuso que nos ducharamos juntas mientras Jose Ramón, cogía ropa para ambos de su piso, me pareció una idea genial.

Ambas nos metimos en la ducha mientras el llamaba por teléfono.
Nos desnudamos y no pude evitar clavar mi mirada en su cuerpo, se me hacia tan frágil, sus curvas casi me mareaba, trataba de disimular el deseo que había despertado en mi, el agua caía con fuerza sobre nosotras.
Le di la espalda, no quería que notara nada, entonces sus manos se posaron sobre mis hombros, y empezó a enjabonarme.
Estaba sorprendida, pero me dejé llevar, sus manos recorrieron mis hombros y lo acompañó con suaves besos en mi nuca.
Bajó hasta mis pechos, los acarició y me rodeo con sus brazos, susurrandome que le gustaban mucho.
Me giré y la miré, ella me besó.
La abracé por la cintura y la agarré del trasero para acercarla más a mi.
Empecé a besar su cuello, su pecho, sus senos y seguí bajando hasta su pubis, cuando me disponía a posar mi lengua sobre el, se abrió la puerta.
Era Jose Ramón, su expresión no era de asombro si no de deseo miré a Miriam y esta me respondió con una dulce sonrisa.
El se desnudó y sin dudar se metió en la ducha con nosotras. Me levantó, me giró hacia el y mirando a Miriam dijo que yo era preciosa.

Estaba en medio de los dos, nunca me había pasado algo así, pero todo era tan excitante que no pude más que seguirles el juego.
Miriam por detrás me besaba la espalda y acariciaba mis pechos mientras el me los lamía despacio, disfrutándolo como si de un dulce se tratara.
Comencé a besarle y baje despacio hasta su pene erecto, lo besé y empecé a lamerlo, mientras ellos se acariciaban y besaban.
me parecía increíble todo lo que estaba pasando, pero era incapaz de parar, los gemidos de ambos hacían que me excitara cada vez mas y deseara seguir adelante.

Cuando me sacié me aparte a un lado y ella se puso en medio. El la cogió por detrás y comenzó a penetrarla a un ritmo suave.
Ella me separó las piernas con cuidado, e introdujo su lengua en mi, me lamió con pasión, recorriendo toda mi entrepierna, jugando con mi clítoris mientras introducía sus delgados dedos.
Era sumamente placentero sentirla así dentro de mi, mientras ella era penetrada por su novio, el cual no dejaba de mirar mis gestos de placer.
El agua caliente seguía cayendo sobre nosotros, mojando mis pechos, era una sensación agradable.

Todo ese conjunto de sensaciones, provocó en mi uno de los orgasmos más placenteros que jamás había tenido, mi cuerpo temblaba y Jose Ramón al darse cuenta extendió una mano y comenzó a acariciar mis senos, mientras me fundía con una penetrante mirada.
Mi cuerpo temblaba bajo la incesante mirada de el, y cuando aquel torrente de placer llegó a su fin, decidí dejarles a solas.

Cogí una toalla y salí del cuarto de baño, mientras me secaba y escuchaba sus gemidos, no pude evitar observarles por última vez, ella rodeaba su cintura con las piernas y el la tenia apoyada contra la pared, penetrandola con dulzura, cuando me di cuenta que Miriam me estaba mirando... y solo sonrió.

Me fui a mi habitación y termine de vestirme, ellos salieron y en silencio recogieron sus cosas.
La comida seguía en pie, y como si nada hubiera pasado comimos entre risas y buen ambiente.
A la hora de la despedida, Miriam me besó en los labios y me dijo que nunca cambiara, Jose Ramón me abrazó y al oído me susurró: Eres especial y lo sabes.



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