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14 jun 2008

SALÓN DE MASAJES: Un cliente especial

Trabajar como secretaria, no siempre te proporciona una independencia económica y una diversión continua y satisfactoria, por lo que hace tiempo decidí estudiar quiromasaje. Pero como en esta vida una tiene que ser lo mas practica posible, me puse a trabajar y de paso practicar, en un salón de quiromasaje, donde me gano unos ingresos extra, que nunca vienen mal.

Con lo que no contaba es que me iban a suceder cosas como la que os voy a relatar a continuación.

Como de costumbre fui al salón a trabajar, un día como otro cualquiera. Los clientes que pasan por allí son de lo más variado. Desde jóvenes deportistas, amas de casa, hasta personas mayores que buscan aliviar sus dolores.

Aquel día tenia un cliente al que yo considero especial, era un hombre mayor de unos 60 años, muy sibarita y exigente. Por lo que tenia entendido sólo aceptaba que le atendieran chicas jóvenes y de buen ver, al parecer le agradaba mucho mi aspecto, pues siempre que yo estaba disponible, exigía que fuera yo quien le atendiera.

Desde hacia un tiempo había notado como me miraba, y como cambiaba su tono de voz cuando hablaba conmigo, pero hasta entonces supuse que lo hacía por simpatía.

El hombre tenía un aspecto muy agradable, sus ojos eran de un color verde claro precioso, su pelo aunque ya canoso por la edad, le sentaba de lujo. Era fornido y muy alto. se conservaba muy bien, resultaba incluso atractivo. Su voz era profunda y transmitía mucha seguridad.

Estaba aquejado de la espalda por una desviación de la columna, escoliosis, y cada cierto tiempo requería de un tratamiento de quiromasaje para aliviar esos dolores del día a día.

Como de costumbre, una vez que se acostó en la camilla, me dispuse a darle el masaje. Unté mis manos con las esencias aromáticas que a el más le gustan y mientras las esparcía por su piel, comenzó a hablarme.

Normalmente, se mantenía en silencio todo el tiempo, disfrutando del masaje, pero ese día tenía algo importante que decirme. Comenzó a hablar de lo mucho que le gustaba mi tacto, el calor de mis manos, le hacían sentirse muy bien, yo al principio me lo tomé como un halago, no pienso que sea la mejor en lo que hago, pero sé que nunca han tenido quejas de mí.

Prosiguió alabando el alivio que le proporcionaban este tipo de masajes, y que era una de las pocas chicas que le agradaban lo suficiente, pero sin más y sin venir a cuento comenzó a acariciar uno de mis muslos con su mano. Yo no sabía que hacer, por un momento me quede quieta y el al percatarse de ello, con voz suave casi con un susurro, me pidió que siguiera.

Como un resorte, volví a masajear su espalda, en cierta forma no me molestaba el hecho de que me acariciara incluso resultaba muy agradable, la forma en que me tocaba.

Él siguió hablando, hasta que me preguntó si ganaba lo suficiente, fui bastante sincera, si estaba allí es porque mi trabajo no me daba los ingresos suficientes para llegar a fin de mes.

Por mi mente pasaron una gran cantidad de ideas descabelladas, que para mi sorpresa no se alejaban mucho de la realidad.

Tras mi respuesta, comenzó a hablar de lo sólo que se encontraba, era un hombre divorciado y desde aquello no había vuelto a conocer mujer. Me contó como pasaba el día y sinceramente me entristeció mucho lo que me contaba, era muy sincero en sus palabras, en un principio pensé que sólo trataba de darme pena, pero en ese momento se dio la vuelta, me miró fijamente y me pidió que no me compadeciera de él.

Sin dejar de acariciarme recorrió mi cuerpo con la mirada, pero me miraba con respeto y admiración, cosa que me resulto incluso excitante. Después de un largo silencio, me preguntó si me molestaban sus caricias a lo que respondí que no. Eso le dio pie a seguir acariciándome, deslizó su mano hasta mi cadera.

Me sentía abrumada y a la vez excitada, su pulso firme y la forma tan delicada con la que me tocaba, me hizo temblar de excitación.
Sin pensarlo mucho, me quité la bata y me incline sobre él.

Juntos desabrochamos los botones de mi camisa, dejando al aire mis pechos, él los miró con dulzura y comenzó a acariciarlos muy suavemente. Se me puso la piel de gallina, por la sensualidad que desprendía su tacto sobre mi piel. Aspiro mi perfume varias veces, olió mi cabello, y con un susurro me dijo que era preciosa.

Sus dedos dibujaban a la perfección el contorno de mis senos, se detenía cada pocos centímetros, para apreciar con más detalle, mi piel. Rodeo mis pezones erectos, con suavidad. Pasó la punta de sus dedos por el encaje de mi sostén, donde este terminaba de cubrir mis pechos, nunca antes me habían acariciado con esa dedicación y admiración.

Tan sólo con su tacto me excitó de una forma sublime, era increíble el respeto que mostraba en cada uno de sus movimientos, acarició mis pechos como nunca antes nadie lo había hecho. Desabroché mi sostén y deje libres mis pechos, para que pudiera acariciarlos con mayor libertad, deseaba que lo hiciera, todo era tan excitante...

Pero para mi sorpresa no quiso seguir, dulcemente me invitó a que me vistiera de nuevo, y me agradeció profundamente que le hubiera dejado acariciarme.

No entendía muy bien por qué no quiso seguir, y ante mi mirada de desconcierto, me aclaró que, no buscaba en mi sexo, si no recordar lo que significaba acariciar la piel de una mujer, su calor, su suavidad, le había hecho muy feliz.

Me sentí avergonzada por haber creído que quería acostarse conmigo, pero por otro lado, el hecho de que aquel hombre de aspecto serio me hubiera elegido a mí para rememorar aquello que ya tenía por olvidado, me halagaba.

Se levantó, se vistió y sacó su cartera para ofrecerme dinero, que aunque lo necesito, en un primer momento me negué a aceptar, pues todo lo que había hecho había sido de buena gana, pero me obligó a aceptarlo diciendo que había cumplido uno de sus anhelos y eso no tiene precio.

Con la misma sutileza de siempre, se levantó y se marchó, dedicándome un hasta la próxima con una sonrisa, la primera vez que le veía sonreír.



1 comentario:

Unknown dijo...

a veces algunas personas buscan cosas inusuales, pero que significan mucho mas que solo el sexo, al menos tuvo un momento feliz.

un saludo
hl






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