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30 sept 2008

Noche apasionada ( VideoRelato )



Este fin de semana pasado yo y las chicas, aburridas de las lluvias y el frío, decidimos recordar nuestra infancia y reunirnos en mi casa, para celebrar una fiesta de pijamas.

Sé que suena a niñería, pero lo importante era pasarlo bien y aquí carecemos de vergüenza.

Fuimos a comprar todo lo necesario, algo de picar, algo para cenar, refrescos y una botella de tequila, para tomar algún chupito.

El sábado por la noche a eso de las ocho de la tarde, fueron llegando las chicas. Entre todas acomodamos el salón, apartamos los sofás y echamos un par de colchones y mantas en el suelo. En total éramos cinco y podríamos dormir cómodas en ellos.

Cuando todo estuvo preparado, nos pusimos los pijamas y dejamos la cena echa. Mientras llegaba la hora de cenar, nos pusimos una película y picoteamos un poco de patatas.

Entre risas y buen ambiente, recordamos las aventuras que vivimos siendo niñas, muchas de nosotras nos conocíamos desde pequeñas y compartimos colegio, instituto y demás.

Las historias se sucedían y ninguna hacia caso de la película, todas estaban inmersas en aquellos recuerdos, excepto yo, desde que las chicas llegaron a casa, mi pensamiento sólo se había fijado en Vanesa.

Ella era una amiga de la infancia, que fue muy importante para mí, en mis recuerdos guardaba un día, nosotras dos juntas, en el patio del colegio. Escondidas tras un banco, allí descubrimos el primer beso, días antes nos prometimos que descubriríamos juntas como era aquello, y así lo hicimos.

Desde entonces nuestra amistad se hizo más fuerte, había mucha complicidad, pero con el tiempo nos fuimos distanciando, ella se cambió de colegio y aunque teníamos los números de teléfono, poco a poco nos alejamos más.

Hasta que no hace mucho, coincidimos en el cumpleaños de un amigo en común y volvimos a retomar nuestra amistad.

Aquella noche estaba preciosa, su pijama, tan fino como la seda, semi transparente y de color de crema, le sentaba muy bien.

Mientras cenábamos no dejaba de mirar sus carnosos labios, me daba igual que las chicas se dieran cuenta, no me daba vergüenza admirar su precioso rostro.

Lo mejor comenzaba después, cogimos la botella de tequila, la sal y el limón y nos fuimos al salón. Llenamos la mesa de velas para que nos alumbrara y bajo esa semi oscuridad empezamos a jugar al juego de los secretos.

Consistía en hacer preguntas personales, si se negaban a responder debían beber tequila, al principio todas bebimos dos o tres veces, pero a medida que el alcohol hacia efecto, la vergüenza desaparecía.

En un punto del juego, una de ellas le pregunto a Vanesa, como y con quien fue su primer beso, yo me quedé a la expectativa y ella no me defraudó, contó con todo lujo de detalles lo que hicimos aquel día en el patio del colegio. Todas las chicas me miraron sorprendidas.

Yo esperaba una mala reacción por parte de ellas, pero no fue así, las bromas se sucedieron tras aquella respuesta, con indirectas y risas pícaras.

Un par de horas después, todas medio borrachas, estábamos agotadas y decidimos irnos a dormir, pero las chicas se las ingeniaron para quedarse todas en un colchón y dejarnos a mí y a Vanesa en el otro.

Ella y yo nos echamos y nos abrazamos, más por el frío que por otra cosa, las demás hicieron lo mismo. Su pelo olía genial, y el tacto era muy sedoso, siempre había envidiado su melena.

Sin darme cuenta me puse a jugar con sus negros rizos, eso la hizo despertar, trate de pedirle perdón, pero su penetrante mirada me dejaba sin habla, se acercó muy despacio y sus labios rozaron los míos. Me volvió a mirar esperando una respuesta por mi parte, la besé y la volví a besar, como si fuera la primera vez, con una pasión que me sorprendía a mí misma.

Mientras nos besábamos recordaba todo lo que sentí aquel día, incluso podía oír el canto de los pájaros en aquel árbol que nos daba sombra.

De un tierno beso, pasamos a las caricias, sus manos desabrocharon mi pijama con mucho cuidado, estaban frías, pero su tacto era cálido, pronto alcanzaron mis senos desnudos, acariciándolos con la yema de sus dedos.

Yo había hundido mis labios en su cuello y la besaba sin parar, mi lengua tímidamente se acercó al escote que aún escondían sus senos, lamí su piel, que estaba caliente, ella suspiraba.

Nos cubrimos con la sabana y ambas desnudas de cintura para arriba, acariciamos nuestros cuerpos con delicadeza, entre besos y abrazos, la noche se hizo eterna.

Ella jugaba con mis senos con tanto cariño... todo era muy dulce y suave.

Debido al alcohol ingerido, creo que nos quedamos durmiendo, abrazadas y medio desnudas, por suerte las chicas no nos despertaron, pues nos habrían descubierto.

Lo que ocurrió a lo largo del domingo, os lo contaré en otro momento, os aseguro que no tiene desperdicio.




1 comentario:

Anónimo dijo...

encantador relato, muy tierno y excitante. Qué bonito recordar viejos momentos y si es en compañia de una buena amiga, mejor.

Besitos.






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