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27 sept 2008

Relajación excitante

Como ya explique en mi descripción, soy una persona a la que le gusta la relajación, el yoga y todas esas cosas. Hace tiempo asistía a un curso de este tipo, pero por falta de tiempo, lo dejé.

Hasta hace unas semanas que una amiga, me recomendó un nuevo curso, que se hacía por las noches, y pensé que aunque terminaba muy cansada del salón de masajes, me vendría bien.

Así que, allí me presenté dispuesta a disfrutar de la música relajante y los aromas del incienso. En la clase éramos cinco personas, por norma general, estos cursos se hacen con poca gente o de lo contrario sería muy difícil conseguir un ambiente relajado y sin tensiones ni alborotos.

Éramos dos chicas y tres chicos,.de diferentes edades, no me fijé muy bien en mis compañeros, pues en cuanto la vi entrar, a la profesora, ya no pude apartar la vista de ella.

Era una chica de pelo rizado, muy largo, de color calabaza, su tez era blanquecina, y sus ojos color azul cielo. Sobre sus mejillas jugueteaban unas simpáticas pequitas y sus labios eran finos y muy rosados. De cuerpo esbelto y bien proporcionado, piernas largas cubiertas por una falda suelta y larga, que a pesar de taparlas, dibujaban bien el contorno de sus caderas. Llevaba una camisa muy suelta de finos bordados y semi transparete, se podía apreciar sin ningún problema que no llevaba sostén.

Es de todos sabido, que para relajarse hay que llevar ropa suelta y cómoda pero no sabía que eso podía incluir el sostén, pero bueno para mí era algo maravilloso de ver y sabía que para el resto de mis compañeros también.

Echas las presentaciones, nos adjudicaron unas esteras de goma a cada uno y formando un círculo alrededor de ella, comenzó a explicarnos todas las técnicas que íbamos a aprender.

Mientras lo hacía, yo empezaba a imaginarme como sería su personalidad, gesticulaba mucho con las manos, aunque parecía muy segura de sí misma, sobretodo porque te miraba a los ojos cuando se dirigía a ti.

Cuando terminó la explicación, puso en marcha la mini cadena y una música puramente instrumental comenzó a sonar por el hilo musical del local. Con una cerilla prendió los bastones de incienso y se sentó en medio del circulo que los demás habíamos formado.

Comenzamos con algo sencillo, todos estirados boca arriba, relajados, tratando de soltar los músculos y dejándonos inundar por las suaves notas musicales. Ella nos revisaba uno a uno, comprobando que nuestras piernas y hombros estaban realmente sueltos. Cuando se acercó a mí y sentí su tacto sobre mis piernas, me estremecí.

Ella desprendía una energía que te envolvía sólo con mirarte, era tan sumamente sensual, que cualquiera caería rendido a sus encantos.

Una vez que nos revisó a todos, durante cinco minutos guardó silencio dejando que nos relajáramos por nosotros mismos, pasado ese tiempo, nos pidió que nos sentáramos, con la espalda bien recta pero sin tensarla.

Nos explicó que en esta postura se podía alcanzar un grado mayor de relajación y teníamos que aprender a hacerlo. De nuevo una vez que todos cerramos los ojos y nos concentramos en su voz y en sus indicaciones, ella fue uno por uno revisando nuestro estado de relajación.

Yo estaba tan centrada en los aromas y la música, que no la sentí acercarse hasta que sus firmes manos se posaron sobre mis hombros, debo reconocer que en cualquier otra situación me habría sobresaltado, pero esta vez no.

Sus finos dedos se deslizaron por mis hombros de una forma muy sensual, supuse que era parte de la tarea de tratar de relajarme, pero me di cuenta de que no era así, cuando me susurró algo al oído. Me dijo que se había dado cuenta en como la miraba desde el primer momento y que y también le resultaba atractiva.

Yo sonreí y ella me besó en la nuca, era muy excitante saber, que estábamos bajo el cobijo y la seguridad de que todos los demás permanecían con los ojos cerrados.

Su aliento seguía acariciando mi nuca y yo me empezaba a poner algo nerviosa, pero pronto sus manos pasaron a la acción y comenzaron a acariciarme el cuello y los hombros.

Ella se sentó detrás de mí, y pude notar sus pechos sobre mi espalda, eran tersos y firmes. Sus manos se deslizaron hacia las mías, que reposaban cerca de mi vientre y de allí pasaron a mis piernas. Con las puntas de sus dedos acarició mis desnudas rodillas, mientras sus labios me besaban en el cuello y los hombros.

Podía diferenciar su perfume de jazmín entre los fuertes olores de los inciensos, esa mezcla junto con la musica y sus caricias, empezaba a excitarme mucho. Trataba de disimular mi excitación, mordiéndome los labios para no dejar escapar ningún gemido delatador.

Pero cuando sus manos se acercaron a mi entrepierna pensé que ya no podría aguantar más. Jugaron con la tela de mi falda y con la piel de mis muslos.

En un susurro le pedí que desistiera en esa zona, pues terminarían por descubrirnos. Me hizo caso y apartó sus manos, para posarlas sobre mis senos.

Los apretó y acarició, suavemente, sus labios seguían besando mi cuello y mi mandíbula, suavemente me tumbó y giró mi cara, para besarme en los labios. Su sabor era dulce, como a manzana, y fresco como la menta.

Yo apenas podía reaccionar, sólo me dejaba llevar.

En esa posición, ella metió su mano por debajo de mi camisa, tocando la piel de mis senos. Mis pezones se endurecieron tan sólo con la idea de que ella me estaba tocando. Su pelo me hacia cosquillas en las mejillas y podía oler el jazmín más de cerca.

Su mano seguía acariciando mis senos, jugando con mis pezones, yo deseaba tocarla pero no quería que nos descubriesen.

En ese momento la música finalizó y yo me asusté, pero ella fue rápida y pidió a todos que mantuvieran los ojos cerrados y siguieran en ese estado.

Muy despacio me levanto, ella se arrodilló y nuevamente volvió a besar mis labios. Volvió a su posición y poco a poco nos hizo salir del estado de relajación. Tras esto todos compartimos impresiones y nos despedimos de ella hasta la próxima clase.

Estoy deseando volver...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una amiga observo una vez algo muy parecido que hacia un profesor de Yoga con una alumna y se decepcionó un poco. En fin siempre he creido que el tema de masajes tiene un conexión sexual.
Un saludo
karlper@yahoo.es

Anónimo dijo...

Yo también estaría deseando volver... mmmmmmmmmm que nervios.

Conocí a una masajista en Madrid y me pasaba exactamente lo mismo. Y eso que no me daba masajes, pero desprendía algo...

Besitos.

Anónimo dijo...

Melisa, Melisa... como siempre buenos relatos, que nos hacen estar en el lugar contigo...

Gracias por otro buen relato.

Anónimo dijo...

Felicidades Melissa. Me encantan los relatos eróticos. Soy nuevo en tu blog y me ha parecido un relato realmente excitante y sensual. Voy a recomendar tu blog a mis amigos. Saludos






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