Los que me leéis, ya sabéis que me gusta salir con las amigas de fiesta, una cena, un paseo y la discoteca.
Allí suelen ocurrir cosas muy curiosas, no siempre es así, pero yo debo ser una chica con suerte. Aquel día yo y una amiga estábamos muy aburridas y decidimos salir esa noche a tomar algo.
Fuimos a una discoteca nueva, ya que la de siempre empezaba a ser muy monótona. El ambiente que encontramos era muy diferente al que estábamos acostumbradas, pero nos gustó desde el primer momento.
La música moderna, mucha gente pero sin ser agobiante, la sala bien repartida, había sillones para descansar y que las parejas tuvieran sus momentos de intimidad, mesas a un lado para no estar de pie en la barra, el local era bastante grande y amplio.
Comenzamos a bailar muy animadas, junto a un grupo de chicos, a cual más atractivo, el local estaba lleno de lo que se conoce como gente guapa, y a pesar de eso nos sentíamos muy a gusto allí.
Uno de los chicos se acercó a mí y me tomó por la cintura para bailar conmigo, yo miré a mi compañera, la cual me guiñó un ojo, en señal de que disfrutara del momento.
Rodeé su cuello con mis brazos y moví mi cadera al ritmo de la música, el me sonreía sin parar, mientras me sujetaba firmemente por la cintura. El chico sabía moverse muy bien. Como pudimos entablamos una conversación, el se llamaba Alejandro y era un joven empresario, estuvimos hablando de nuestros gustos y de todo un poco.
La conversación se volvió tensa, al menos para mí, cuando me mencionó a su prometida, ya no era simplemente su novia, si no que en menos de dos años se casaban.
En ese momento, me sentí tan incomoda que quise soltarme y volver con mi compañera, pero el no me lo permitió. Le pedí, por favor, que me soltara, pero se negó en rotundo.
Entonces apareció una chica alta, rubia de pelo largo y rizado, era preciosa, tenía un cuerpo de escándalo, posó una de sus manos, sobre el hombro del chico y le besó con cariño en la mejilla, supuse que era su novia, pero me extrañó que no montará un espectáculo al verle bailando con una desconocida.
Ambos me invitaron a subir a la parte de arriba, donde los sofás, yo me quede un poco extrañada, pero accedí.
Una vez allí nos sentamos y pudimos hablar tranquilamente, la música no era tan fuerte y podíamos oírnos bien al hablar.
Ella se llamaba Amanda, y efectivamente era su prometida, la chica no dejaba de mirarme los pechos y yo cada vez estaba más confusa.
De pronto él le comentó algo al oído y ella afirmó sonriendo con la cabeza, ambos me miraron pícaramente y yo sentí algo de miedo, tanto misterio me ponía nerviosa.
Ellos sin previo aviso comenzaron a besarse y a acariciarse delante de mí, yo decidí dejarlos a solas, pero ella me miró y me dijo, que aquello era una fiesta para tres. Entonces lo entendí todo, querían hacer un trío, y la verdad ambos despertaban en mi un deseo irrefrenable, pero no sabía cómo entrar en el juego.
Entonces ella se sentó entre nosotros y sin mediar la palabra deslizo su mano sobre mis muslos desnudos, su pulso firme y su actitud atrevida me hacían temblar de deseo.
Mientras el chico le desabrochaba la camiseta y dejaba al aire sus desnudos senos, no pude evitar fijarme, en que en uno de sus pezones, portaba un pendiente, al que Alejandro le prestaba mucha atención. Su lengua jugaba con él, y ella llegó hasta mi pubis, me hizo abrir las piernas y con sus dedos dibujó círculos sobre él.
Yo me incliné y la besé en los labios, nuestras lenguas jugaron como si de un pulso se tratara, sus dedos se introdujeron por debajo del tanga y fueron directos hacia mi vagina.
Me parecía que todo iba muy deprisa, yo soy amante de la sensualidad y el erotismo, pero esta pareja prefería el sexo fuerte. El chico pronto se puso de rodillas y le quitó las bragas a ella, para hundir su lengua en su entrepierna.
Yo estaba muy excitada pero no me sentía realmente cómoda, por como estaban sucediendo las cosas, todo iba muy deprisa, tras esto, él se levantó, se desabrochó los pantalones y sacó su miembro erecto, invitándonos a lamerlo.
Yo ya no quería seguir, todo era muy frío, ni siquiera podía creer que eran pareja, ella me soltó y comenzó a lamer el miembro de Alex, en ese momento en que los dos se sumergieron en una marea de éxtasis y placer, yo me levanté y salí apresuradamente de allí.
Cuando encontré a mi compañera, esta me notó algo nerviosa, pero no quise contarle lo sucedido para no estropearle la noche.
Por suerte para mí, no ocurrió nada más, no volví a verlos en todo el tiempo que estuvimos allí, y pude disfrutar de una agradable noche de baile y risas con mi compañera.
La verdad que la experiencia fue excitante, pero tengo mis limites y si algo no me gusta, pues mejor me retiro.


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27 jul 2008
Tres no son multitud
11 jun 2008
Sexo en los baños...
Aún recuerdo aquella noche, mis amigas y yo salíamos a celebrar mi cumpleaños, cumplía 17 años y estaba muy emocionada.
Íbamos por primera vez a una discoteca, nos iban a dejar entrar por que el portero era el primo de Lidia y le pareció que sería un regalo estupendo.
Después de cenar en casa con mis abuelos, me puse la ropa nueva que me había comprado el día anterior.
Una camiseta de tirantes blanca, con una blusa transparente también blanca, y una minifalda con un sensual corte en el lado derecho, de color negra.
Quedamos en la puerta a las 10 y todas muy entusiasmadas entramos, aquello era fantástico, luces, música bien alta, chicos por todas partes...
Nos acercamos a la barra y pedimos unas bebidas, mientras contábamos que guapo era el chico de al lado, o que bueno estaba lo que bebíamos.
Decidimos salir a bailar, nos metimos todas juntas en el centro de la pista y comenzamos a movernos al ritmo de la música.
Los chicos se nos acercaban con la intención de bailar, y nosotras al principio nos resistimos pero después de un rato, dejábamos que bailaran con nosotras.
Me aparté un poco de las chicas para acercarme a un muchacho que no dejaba de mirarme desde que habíamos llegado y una vez junto a el, me invitó a una copa, y comenzamos a charlar.
Enseguida noté que estaba muy interesado en mi, pues me quiso invitar a su casa y me negué, no esta bien irse con cualquier desconocido en estos tiempos que corren.
Le propuse quedarnos allí conversando y afortunadamente aceptó. Aunque el quería algo más, nos fuimos al rincón más oscuro y me apoyó contra la pared, comenzó a rodear mi cintura con sus brazos, y acercó sus labios a los mios, con sumo cuidado, hasta que estos se fundieron en un cálido beso.
No me pidió permiso para hacer tal cosa, aun que tampoco le hacia falta, practicamente yo se lo estaba rogando con mis miradas.
Seguimos besandonos y el comenzó a acariciar mis pechos por debajo de la fina blusa, me encantaba el cuidado con el que me tocaba, y como los cubría con sus manos, se acercó más a mi y me dejó sentir entre mis piernas, lo excitado que estaba, pero yo no quería que la cosa fuese más allá por lo que me separé con cuidado de el, y con la excusa de ir al baño, desaparecí de su vista.
Una vez en el baño, me mojé el pelo y me eché un poco de agua sobre el pecho, estaba asada de calor. Cuando levanté la vista para mirarme en el espejo la vi.
Era una chica, alta, delgada pero con unas bonitas curvas, y un vestido que dejaba poco a la imaginación, su rostro era dulce, y sus labios, gruesos me dejaron impactada.
Ella también me miraba, estábamos solas, y se acercó a mi. No se si era el alcohol, o la sensación de deseo que emanaba de aquella chica, pero me sentí embriagada por su perfume de una forma que desconocía hasta el momento.
Cuando la tuve a unos centímetros, me preguntó en voz baja, cual era mi nombre, yo no podía mediar palabra, me perdí en sus profundos ojos azules, desperté de aquel ensueño cuando noté sus carnosos labios posados sobre los mios.
Me resulto extraño que aquella sensación lejos de desagradarme, me resultara hasta placentera, me miró fijamente y sólo dijo; lo sabía, dejame llevarte al cielo.
Asentí con la cabeza, cogió mi mano y nos encerramos en unos de los servicios. Se sentó sobre el w.c y me puso sobre sus rodillas.
Beso mis labios nuevamente, y bajo por mi cuello hasta el escote de mi blusa, la cual desabrocho despacio, hasta quitarmela.
Yo seguía inmersa en sus preciosos ojos azul cielo, me tenía hipnotizada y sentía como sus manos acariciaban con deseo mi cuerpo.
Me quitó la camiseta y dejo mis pechos al aire, los tomó con sus manos y con su lengua lamió mis pezones duros, los mordió con suavidad y bajo sus manos hasta mi trasero, para cogerlo con fuerza.
Me sentía en medio de un sinfín de sensaciones, deseo, confusión, placer...
Me preguntaba si realmente deseaba a esa chica o sólo era producto del alcohol, pero todo apuntaba a que estaba descubriendo una nueva faceta de mi sexualidad y eso lo hacía todo más excitante.
Me levanté y ella se arrodilló ante mi, para quitarme con cuidado la falda, y las braguitas, me hizo sentar en el w.c, y abrió mis piernas con cuidado, me miró fijamente, y sonrió.
hundió su cabeza entre mis piernas y sentí su húmeda lengua recorrerme, despacio, muy despacio, eché la cabeza hacia atrás y un gemido se escapo de mi garganta.
Cada vez estaba más excitada mis manos acariciaban mis pechos, casi por inercia, y ella seguía lamiéndome con cuidado, al tiempo que comenzó a introducir un dedo dentro de mi.
Al principio dolió pero pronto el dolor dejó paso de nuevo al placer.
Sus dedos jugaban dentro de mi, con pasión y dulzura.
Mi cuerpo se agitaba sumergido en olas de placer y lujuria.
Cuando ya no pude más y comencé a temblar, mientras una increíble sensación recorría mi espalda y subía hasta mi nuca, desatándose un sinfín de sensaciones increíbles por todo mi cuerpo, estaba teniendo mi primer orgasmo y con una mujer.
Abrí los ojos exhausta y sudorosa y para mi sorpresa, la chica de los ojos azules había desaparecido.
Confusa por todo lo que estaba pasando me vestí y salí al encuentro de mis amigas.
Una vez con ellas, traté de emparejar en mi mente todas las imagenes de lo sucedido, empecé a dudar de si ella era real o no, y si todo había sido una extraña alucinación? por que se había marchado?
No podía quitarmela de la cabeza y la sensación de que todo había sido producto de la bebida, se hacía más fuerte conforme avanzaban las horas.
Llegó el momento de irse, y cuando nos dirigíamos hacia la salida, alguien me sujeto por el hombro.
Cuando me volví, allí estaba ella, me sonrió y beso mis mejillas.
Me sentí aliviada y a la vez feliz, aquella experiencia había sido real y me abrió las puertas de un mundo nuevo por conocer y disfrutar.
Ese fue el mejor cumpleaños de mi adolescencia.





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