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3 ago 2008

Sexo en la oficina

Hace unos días me ocurrió algo muy excitante en la oficina. Muchas veces me quedo a última hora para dejar el trabajo adelantado, y aquel día parecía ser como otro cualquiera, pero no fue así.

Me encontraba en la habitación donde guardamos los archivadores y estaba buscando una carpeta de clientes que mi jefe parecía haber extraviado. Allí envuelta de papeles por todos lados y de archivadores metálicos, no me di cuenta de que no era la única que quedaba en la oficina.

Tras más de media hora buscando, por fin logré encontrar lo que buscaba, salí de la sección y me dirigí a la maquina de café, necesitaba un poco de cafeína. Para llegar a ella tengo que pasar por el salón central, donde se encuentran la mayoría de los ordenadores que usan mis compañeros, para dirigir las transacciones y demás tareas.

En primera instancia no me di cuenta, pero cuando volvía, ya camino del despacho del jefe y café en mano, por el rabillo del ojo pude ver una figura entre las sombras. Casi dejé caer el vaso al suelo por el susto, me quedé inmóvil tratando de averiguar que era y cuando me acostumbre un poco a la penumbra, pude ver que era uno de mis compañeros que estaba usando uno de los ordenadores.

Pero, lo que no entendía es porque, quizás estaba adelantando trabajo o quizás terminando algo que dejó a medias. No quise molestarle pero la curiosidad pudo conmigo. Despacio y sin hacer mucho ruido me fui acercando, pero un sonido peculiar detuvo mi marcha, del ordenador salían unos gemidos, al estilo de las películas porno.

Me tape la boca para no reírme y llamar su atención, pues enseguida supe que estaba pasando, mi compañero estaba viendo un vídeo pornográfico en el ordenador, por un lado pensé en la vergüenza que él sentiría si lo pillaba y por otro lado me hacia gracia imaginar la cara que pondría.

Me acerque un poco más y no puede evitar sorprenderme cuando la luz de la pantalla se iluminó y vi. Que estaba masturbándose. Aquella visión me excitó mucho, mi compañero era un chico muy agrádale y bastante atractivo, alto fornido, pelo castaño y ojos pardos, muy simpático y gracioso.

No savia que hacer, por un momento se me ocurrió la idea de acercarme y jugar con él, y por el otro irme como si nada hubiera pasado, pero mientras decidía mi siguiente paso, el ya se había percatado de mi presencia.

Me miró sorprendido y no hizo nada por ocultar lo que estaba haciendo, nuestras miradas se cruzaron durante unos segundos que se hicieron eternos. Acto seguido extendió su mano, pidiéndome la mía. Reaccioné por inercia, me acerqué a él, se levantó apartó el teclado de la mesa y me sentó en ella.

De fondo seguían escuchándose los gemidos de los protagonistas de la película, él se sentó de nuevo en la silla, quedando entre mis piernas, las cuales me hizo apoyarlas en los posabrazos de la silla.

Sin dejar de mirarme, posó sus manos sobre mis muslos y remango mi falda hasta la ingle, acarició mi piel con sus dedos avanzando hasta mi entrepierna, donde se detuvo en mi tanga. Con uno de sus dedos fue deslizándolo por el centro de mi pubis. Sentí como presionaba mi clítoris y eso me hizo encogerme de placer.

Al notar mi reacción continua con sus dedos hasta pasarlos por debajo del tanga, estiro y me hizo levantarme un poco para quitármelos. Una vez que mi sexo estaba desnudo frente a su rostro, hundió su lengua en él, sujetándome firmemente de los muslos.

Lamió con pasión mi pubis y mi clítoris, y jugo con mis labios vaginales como si de un caramelo se tratase, ya mis gemidos podían confundirse con los de la película.

Yo no podía ni moverme del placer que su lengua estaba produciéndome, acariciaba su pelo con una de mis manos invitándole a seguir, entonces se detuvo y se metió lo dedos en la boca, así humedecidos, los introdujo suavemente en mi vagina.

Me mordí los labios para evitar gritar de placer, su lengua seguía paseándose y jugando con mi clítoris mientras sus dedos, entraban y salían.

La película ya había terminado y ahora mis gemidos eran los protagonistas, su lengua tan jugosa me hacia temblar cada vez que se deslizaba por mi piel.

Sus movimientos comenzaron a ser más rápidos y constantes, yo apenas podía aguantar más, ya empezaba a notar como mi cuerpo se estremecía y entonces llegó el orgasmo. Me puse a temblar gimiendo muy alto, pero él seguía lamiéndome y penetrándome con sus dedos.

La sensación era increíble, muy placentera. Cuando terminé él se separó suavemente y me miro sonriente, yo me sonroje aunque con la poca luz que había no podía percatarse de ello.

Por suerte para nosotros, ya nos habíamos vestido, cuando apareció el guarda de seguridad, algo alarmado pues había escuchado unos extraños ruidos. Nos miramos y soltamos una carcajada que el guarda no logró entender.

Nos acompañó hasta la puerta para irnos, una vez a solas, mi compañero me guiñó un ojo y me dijo con un susurro, me encantaría repetirlo.

Me volví a sonrojar y me quede allí viéndolo como se alejaba, sinceramente a mí también me gustaría repetirlo.

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30 jun 2008

El nuevo reto: sacarlas a ellas del armario

El Día del Orgullo Gay llama a romper la "invisibilidad" de las lesbianas

Araceli es lesbiana. Le costó varias visitas contarle a su ginecólogo por qué a sus 25 años aún no ha tenido relaciones sexuales completas. Tampoco el doctor se lo preguntó. Su historia es un ejemplo de la invisibilidad lésbica en la sociedad. Y es que a 28 de junio de 2008, día internacional del Orgullo Lésbico, Gay, Transexual y Bisexual se sigue trabando la lengua al preguntar: "¿Eres lesbiana?" o afirmar: "Soy lesbiana".

No es que Araceli oculte su sexualidad. Tiene novia y sus padres lo saben desde hace tiempo. "Es que es un rollo tener que estar todo el día dando explicaciones. No tengo por qué ir diciendo todo el día: 'Hola, soy homosexual".

Según cuentan ella y otras amigas lesbianas, bisexuales y transexuales, reunidas en el parque del Retiro madrileño para hacer un vídeo que rompa esa invisibilidad, aún hay personas que creen que en una pareja de mujeres una hace de chico y otra de chica. "Aún hay mucha ignorancia sobre nosotras", afirma Alicia.

Para Patricia su "ambiente" en Madrid es bien reducido y tiene nombre: Chueca, el barrio gay. "Cuando pasas la línea de la Gran Vía se acabó la visibilidad". Las manos cruzadas se separan, se acaban los besos. "Hasta yo me giraría si viera a dos lesbianas besándose en Carabanchel Alto".

Patricia dice que una de las claves para acabar con el silencio es, sencillamente, cruzar la Gran Vía. "Yo me beso con mi novia tanto en Chueca como en Galapagar y nunca me he sentido discriminada. A lo mejor me han mirado pero nadie me ha dicho nada".

Para poder cruzar la Gran Vía con orgullo o salir del Eixample [el barrio más gay de Barcelona] o, sencillamente, del umbral de casa, la reivindicación principal de estas fiestas será la visibilidad lésbica. "Ser visible es poder defenderte cuando se vulneran tus derechos. Por eso pedimos que las mujeres lesbianas de relevancia pública salgan del armario", afirma Toni Poveda, presidente de la Federación Española de Lesbianas, Gays, transexuales y Bisexuales (Felgtb).

Por ejemplo, en la revista Zero hombres como el presentador Jesús Vázquez, el sacerdote José Mantero o el teniente coronel Jose María Sánchez Silva han salido del armario. Pero ninguna lesbiana ha sido portada en esta publicación. "La visibilidad no es sólo tarea de famosas", afirma Alba, de 27 años, "una no puede esperar a que una persona muy conocida salga primero del armario. Es una responsabilidad personal". Alba reivindica que cada una tiene que hacer su propia función de pedagogía en su pequeño círculo. "Es cierto, pero es muy respetable también no decirlo", dice Patricia. ¿Pero, por qué hay más lesbianas en el armario que gays?

"Como mujer, tienes que demostrar que eres igual que un hombre, y como lesbiana, que no eres una rara. Sufrimos una doble discriminación", afirma Araceli. Su novia, Esther, cree que, además, el carácter "familiar" de la mujer hace que les cueste más decirlo. "Tenemos miedo al impacto que pueda tener en nuestra familia. Miedo a romper nuestro núcleo más importante".

Las manifestaciones que habrá hoy en toda España son la parte más llamativa de una semana de actos reivindicativos. Poveda cree que aún son necesarios. "Tenemos mucho por hacer. Con las leyes del matrimonio y de identidad se ha conseguido la igualdad legal, pero no la social. No olvidemos que todavía los de siempre, el Partido Popular y la jerarquía católica, siguen trabajando contra nuestra igualdad", insiste Poveda.


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