La falta de información multiplica los abortos entre adolescentes - Las inmigrantes usan menos anticonceptivos
Una educación sexual prácticamente inexistente, conocimientos de planificación familiar equivocados y un escaso uso de métodos anticonceptivos. Éstas son las causas que explican la disparada tasa de aborto entre las adolescentes que viven en España. Unas 14.000 menores abortaron en 2006, según los datos del Ministerio de Sanidad. Una encuesta entre 350 de ellas revela que la mayoría no sabe cómo evitar un embarazo no deseado. Preocupa especialmente la deficiente información entre las extranjeras, que ya suponen el 33% de los abortos, un porcentaje que triplica su peso en la población femenina.
Las adolescentes y jóvenes que viven en España abortan cada vez más y más temprano. Hoy las intervenciones de mujeres por debajo de 19 años suponen más del 14% del total (101.592 en 2006). El 52% llega a las clínicas sin siquiera conocer bien los métodos anticonceptivos, según una encuesta realizada por la Clínica Dator de Madrid, a la que ha tenido acceso EL PAÍS. Suspenden en salud sexual. Sobre todo las extranjeras.
El 21% de las adolescentes y jóvenes asegura que no utiliza habitualmente ningún método anticonceptivo, según el estudio de Dator. El informe, elaborado a partir de 350 entrevistas a jóvenes menores de 21 años que abortaron en esta clínica madrileña en 2006, muestra además que el 33% utiliza preservativo sólo "a veces". Sexo inseguro es igual a embarazo no deseado. Una ecuación que se suele dar por sabida pero que para muchas jóvenes aún no está interiorizada.
Más de la mitad de ellas tienen según los datos, siempre o con frecuencia, relaciones de riesgo. Y este porcentaje crece aún más cuando se trata de mujeres extranjeras: un 12,5% de las jóvenes españolas asegura no utilizar preservativo nunca, frente al 39% de las extranjeras. ¿Poca educación sexual? ¿Falta de acceso a métodos anticonceptivos? Muchos no comprenden por qué en una época en la que se habla de sexo abiertamente y en la que los anuncios de preservativos son frecuentes algunas personas sigan sin usarlos. "Lo que hay es un gran desconocimiento. Las chicas llegan a las clínicas muy despistadas, pero lo peor es que no son conscientes de ello. Creen que sí tienen toda la información", asegura Gaël Lévédere, coordinadora del informe.
Las palabras de Lévédere se ven reflejadas en las cifras del informe que, según sus autores, se puede extrapolar a las jóvenes de todas las comunidades. Un 83% de las chicas embarazadas piensa que tiene mucha o suficiente información sobre sexualidad y anticoncepción. Sólo un 17% cree no tenerla.
Esas carencias en educación sexual son mayores, si cabe, entre las jóvenes inmigrantes. "No es extraño. Están en un país que no es el suyo. Muchas acaban de llegar y no tienen toda la información. Al desarraigo se añade además ese desconocimiento", sostiene Lévédere. Frente al 52% de las jóvenes españolas que saben cuál es el método anticonceptivo más seguro sólo un 25% de extranjeras lo conocen. Lo mismo ocurre con la píldora postcoital. Un 63% de las españolas asegura no tener información sobre la píldora del día después, un porcentaje que se reduce al 14% entre las españolas.
Esperanza Alonso, psicóloga durante dos décadas en la clínica madrileña -conocida por ser una de las más antiguas de España- apunta un dato aún más alarmante: "Un porcentaje importante de chicas sigue sin utilizar los métodos adecuados para no quedarse embarazada después incluso de haber tenido un aborto. O no lo utiliza bien". El 20% de las jóvenes entrevistadas en el informe habían tenido ya interrupciones voluntarias de embarazo previas. El 26% de las extranjeras y el 16% de las españolas. Ante estos datos, expertos como Alonso reclaman una asignatura específica de educación sexual. Sin embargo esta materia sólo tiene un espacio en la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía. Todo ello a pesar de que los datos de Sanidad son similares a los de Dator. Para 1.679 mujeres menores de 20 años el aborto al que se sometieron en 2006 no era el primero.
El estudio de Dator apunta una explicación para ese motivo: de cada cuatro chicas, tres no han ido a consulta de planificación familiar o ginecología en el año antes a su intervención. Para las jóvenes el acceso a planificación familiar no es tan fácil. En algunas comunidades, como Madrid, hay que esperar durante meses para lograr una cita en estos centros. Según la OMS debería existir un centro específico para gente de 10 a 24 años por cada 10.000 jóvenes. España no lo cumple. Para llegar a esa cifra tendría que duplicar su red de planificación familiar.
Para la coordinadora del estudio otro dato a destacar es la falta de confianza de las jóvenes con sus padres. El 59% de las chicas mayores de 18 años -momento en el que dejan de necesitar su autorización- no les informa de que va a someterse a un aborto.


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30 jun 2008
Suspenso en educación sexual
13 jun 2008
En el cine con un desconocido
Aquella tarde aburrida y sin saber qué hacer, mientras miraba el periódico, en la sección de cine de verano hacían una proyección de la película de Julio Medem, Lucía y el Sexo.
Había visto esa película como tres veces, pero me gustaba y como no tenía nada mejor que hacer y al ser sesión de verano los precios eran más bajos, no tenía nada que perder.
Una vez allí, compré palomitas y un refresco y me dispuse a pasar la tarde viendo la película.
En la sala sólo habíamos unas 15 personas, me senté en las últimas filas, así nadie podría molestarme.
Se apagaron las luces y comenzó la proyección.
Se estaba bien, no hacía calor y las butacas siempre me han parecido cómodas. La sala estaba en silencio y yo me sumergí en la película, me la sabía casi de memoria, pero aún así seguía gustándome.
Cuando llevábamos unos 20 minutos, se abrieron las puertas tras de mí, y un chico joven, alto y bien parecido, apareció.
Observó la sala buscando un sitio donde sentarse, hasta que detuvo su mirada en mí, con paso firme y sin dejar de mirarme, se acercó y se sentó a mi lado.
En un principio me sentí algo molesta, tenía toda la sala para el sólo y tuvo que sentarse a mi lado.
Pero bueno pensé que daba igual, había ido a disfrutar de la película y es lo que pensaba hacer.
Todo transcurría normal, lo que más me gusta de Lucía y el Sexo es como enfocan las relaciones sexuales que Lucía mantiene sin ningún pudor, y con todo el realismo posible.
Me entró sed y cuando baje la vista para coger mi refresco que había dejado en el suelo cerca de mis pies, me fijé en algo que me llamó mucho la atención.
El desconocido que estaba a mi lado, debía sentir una gran presión en su pantalón ya que su miembro estaba totalmente erecto.
Avergonzada y con miedo a que pudiera darse cuenta de que le estaba mirando, recogí el refresco rápidamente.
Entendía que una película de estas características podía excitar a cualquiera, pero lo que me sorprendía es que el hecho de que ese desconocido estaba así, me excitaba a mí.
No podía apartar la vista de su entrepierna y mi imaginación volaba, ruborizándome al imaginar cómo sería tener sexo en un cine.
Entonces el sin más me pregunto; te gusta?
Yo respondí que sí, que siempre me habían gustado las películas de Julio Medem. El sonrió y dijo: Ya sabes a que me refiero.
Me quede inmóvil, se había dado cuenta de que hacía rato que le observaba, no supe que responder, solo mi vergüenza aumentaba por segundos.
No sabía si hacer como si nada, o levantarme y marcharme.
En ese momento el cogió mi mano y la puso sobre el pantalón. Pude notar su tamaño a la perfección, y eso hizo crecer mi excitación.
Le miré con deseo y el captó mis intenciones a la perfección. Deslizó su mano por mis piernas suavemente, mientras yo le miraba todavía con cara de estupefacción.
Se inclino ligeramente sobre mí y comenzó a besar mi cuello, sus labios eran cálidos, y un cosquilleo recorrió mi cuerpo. Con timidez desabroche su camisa para poder acariciar su pecho, el dirigió sus besos hacia mis senos, despojándome con cuidado de mi camiseta y dejándolos al aire.
Acerco su mano a ellos combinando sus cálidos besos con suaves caricias.
Me sentía extraña a pesar de que la situación era muy placentera y decidí seguir adelante. Apartó sus manos por un momento para desabrochar su pantalón y dejar al aire su miembro erecto, invitándome a tocarle. Con una sonrisa picara alargué mi mano y le dediqué unas sensuales caricias, que el agradeció jadeando con cuidado en mi oído.
El hecho de que pudiéramos ser descubiertos incrementaba mi deseo por él y el placer que me producía su tacto. Mientras yo acariciaba su pene el subió su mano hasta tocar mis braguitas y deslizo un par de dedos por debajo de ellas frotando con suavidad mi clítoris. Cuando sintió la humedad en la punta de ellos decidió introducirlos lentamente dentro de mí.
No podía gemir a pesar de que mi boca lo deseaba, pues a pesar de que no había mucha gente en la sala, podrían oírme.
Mordí mis labios, mientras él seguía introduciendo sus dedos dentro de mí, deslizándolos de fuera hacia dentro.
Mi cadera se movía al compás de su mano, y mi mano aún en su pene, seguía acariciándolo con dulzura, proporcionándole una agradable sensación, ya que le era difícil disimular sus gemidos.
No aguanté mucho más y mientras él se dedicaba a lamer uno de mis pezones, yo llegué al orgasmo en silencio, mi cuerpo temblaba y pude sentir sobre mi mano, el calor de su semen, el también había llegado.
Ambos exhaustos por mantener nuestros jadeos en silencio, nos miramos y nos besamos dulcemente.
Nos acomodamos en las butacas y continuamos viendo la película, apoyados el uno en el otro.
Cuando esta terminó, y se encendieron las luces, nos miramos con complicidad, conscientes de todo lo que había ocurrido momentos antes.
Nos levantamos y con un cariñoso abrazo nos despedimos.
Quizás no le vuelva a ver, tal vez no coincidamos más, pero desde ese día, vuelvo con frecuencia a aquella sala de cine, con la esperanza de volverle a ver, y repetir aquella experiencia tan excitante, con aquel desconocido.





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